La laguna de Ranchos y sus misterios (Cuento)

Les voy a contar que cuando yo vine al pueblo de mis padres, mi abuelo Don Carmelo Risoli, sabia ir a cazar y pescar en la hermosa Laguna de Ranchos; yo recuerdo que el pajonal era tan alto y tan espeso, que era muy difícil entrar en el limpión pero hasta ahí llegaba Don Carmelo, mi abuelo y sacaba del pequeño bote a remos un montón de palitos de madera pintados a la imagen del pato picazo y los colocaba en el agua. Luego se escondía detrás del pajonal con su escopeta y esperaba que bajaran los que andaban dando vueltas en el cielo, había nutrias, liebres, peludos mulitas y un sinfín de animalitos ¡¡y la pesca siempre era muy abundante, sacaba bagres, tarariras, dientudos… me gustaba sentarme en el pasto verde y contemplar como corrían las nutrias a esconderse cuando sentían un movimiento extraño en el pajonal y los pájaros con su canto armonioso de diferentes sonidos y aquel churrinche de pecho rojo que hacía nido en la Laguna!! El cielo tan azul y brillante le daban al lugar el encanto de lo primitivo, un pequeño mato groso en miniatura, donde de podía disfrutar de la belleza de la naturaleza y el viento que a veces se agitaba con fuerza en el pajonal haciendo que parecieran olas con el rítmico vaivén del misterio del mar y las parejas enamoradas se arrullaban dulcemente a orilla del agua contándose sus secretos de amor y sus proyectos. ¡Qué linda época! Hoy ya no está esa laguna que Dios puso en el pueblo de mis padres ¡Hoy la mano del hombre arraso con el misterio y con los secretos que escondía, hasta la última paja del agua, que fue sacada y arrancada con fuerza de la Laguna con palas y maquinarias Municipales buscando darles algo mejor! ¡Pero, quien puede hacer algo más hermoso que Dios! ¡El puso en ese lugar de Ranchos la Laguna! ¡Nadie lo ha respetado! Hoy no hay animalitos, ni peces, ni paja, ni agua, ni parejas arrullándose a orillas de la Laguna, ni el churrinche cantor de pecho rojo tampoco está. Solamente la soledad que a veces es interrumpida por algún conjunto musical, que no lo cambio por el verde virginal de La Laguna con su brisa suave, de terciopelo oliendo a flores silvestres, con el encanto de la naturaleza ¡y el viento que sopla como murmurando voces o cosas que no entendemos! La alegría de los niños que alguna vez se metieron para correr un pato o a buscar alguna pelota que cayó al agua, ese misterio ya no está y mis padres queridos tampoco pero ¡que vacio y triste quedo el lugar! Donde todos y yo nos reíamos jugando y bañándonos alegremente, mientras el sol caricia suave del verano iluminaba de luz ese lugar en La Laguna ¡ese espejo de agua! En el centro con sus sueños y sus misterios, era sagrado ¡yo sentía una extraña fascinación por nuestra Laguna de Ranchos cuando miles de cisnes aterrizaban en el agua jugando entre ellos, limpiando su impecable y blanquísimo plumaje! Para luego al atardecer remontar el vuelo hacia el cielo infinito, viajeros incansables de pureza y belleza absoluta por excelencia que volvían cada mañana a darle el toque mágico a nuestro pequeño paraíso llamado ¡La Laguna! Donde mis padres se bañaron tantas veces, donde las risas como pompas de colores estallaban en aire contagiando a todo ser viviente de una sorpresiva y contagiosa alegría ¡hoy mis ojos contemplan el vacio y la profunda soledad! ¡Por más que la música estruendosa, quiera tapar la verdad! ¡Ya no podrán despertarla! ¡Algo pasó en el lugar y la Laguna de Ranchos duerme su sueño profundo, porque hay algo que se ha muerto! ¡Porque hay cosas que no están! ¡Los pájaros cantores se han ido a otro lugar! Y los cisnes no aterrizan como antes a nadar! ¡El pato picazo!¡que cortaba el viento con su grito mañanero cruzando el pajonal, tampoco esta! Aquel caracolero con su extraña forma de cantar el bullicio permanente y la magia del lugar se la llevaron los pájaros buscando donde anidar. ¡Aquí no dejaron nada! ¡a que se iban a quedar si no quedo ni una paja para poder anidar se fueron sus colores y con su lindo trinar quien sabe a qué paraíso Dios se los llevo a cantar y aquí se quedo el silencio con la enorme soledad y el viento que nos murmura muchas cosas al pasar, cosas que nunca entendemos! Silbido que trae el viento como queriendo llorar. Así la vi. Así la viví y Así la sentí. Para el Doctor Oscar de la Ciudad de la Plata que quiso saber como era antes La Laguna de mi Pueblo y este es mi fiel testimonio.
Angelita M. Risoli

Te gusto? Compartelo!

  • Share to Facebook
  • Share to Twitter
  • Share to Google+
  • Share to Stumble Upon
  • Share to Evernote
  • Share to Blogger
  • Share to Email
  • Share to Yahoo Messenger
  • More...
Scroll to top