COMO CADA AÑO; EL CARNAVAL LLEGÓ A RANCHOS

Y lo hizo con sus alforjas llenas de luces, coloridos y brillos de oropel, buscando concitar la atención de los lugareños.- Despertando a “MOMO” del largo sueño de un año, para que surgiendo de sus propias cenizas, transite la Avenida Campomar marchando hacía su destino final: La pira de fuego donde será incinerado.-
Así fue como los rancheros volvimos a ver la principal arteria de la ciudad vestir sus trajes de utilería, llenarse de voces y risas, a los mayores recorriendo el trayecto del corso y a los jóvenes y niños correr tratando de mojar con espuma al que se le cruce en el camino.- En fin, la eterna caravana de las carnestolendas.- 
Algunos nostálgicos nos quedamos en un extremo de la vía pública aguardando el paso de las carrozas y el atronador redoblar de las tamboras de las comparsas, que pasaron con sus abanderados, niños, jóvenes y muchachas bonitas, danzando frenéticamente.-
Como hace ya varios años, la organización de los corsos corre por cuenta de la Asociación Civil del Colegio “Sagrado Corazón” de esta ciudad.-
Digamos que esta edición 2012 del Carnaval, está muy lejos de aquellas espectaculares noches carnavaleras en cuanto a número de carrozas y disfraces.- Son otros tiempos y otras urgencias las que tiene la Argentina y quizá por ello esta fiesta tradicional ha perdido vigencia.-  Pero la verdad es que no se vive con la intensidad y el entusiasmo de otras épocas.-
Por supuesto que merecen nuestra mención especial los directivos e integrantes de la comparsa local “BATUQUE PIRATA”, que ostenta y crecimiento integral no solo en trajes y brillos, sino en lo acompasado de su danza, en el incremento de sus integrantes, su ritmo y musicalidad, lo que llamó la atención y la aprobación del público.- Esto sin dejar de aclarar lo espectacular de las comparsas visitantes que tiene cada una lo suyo.-
También nos gusto mucho la temática de las dos carrozas que vimos circular por el corso: Una con todo el candor de la inocencia infantil, compuesta por hadas, gnomos y ogros del País de los Cuentos.- Y la otra su antítesis, una noche de brujas, encaramadas a una calabaza, con escobas y hasta un calvero embrujado donde se realizan sortilegios propios de un “aquelarre”, de ficción por supuesto.-
Todos esperamos que las noches que faltan traigan nuevos bríos al carnaval ranchero.-
Abel Iberra

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