El alcohol ocupa sin lugar a dudas el primer lugar en el mundo entre las sustancias psicoactivas que causan serios problemas sociales, ya sea por las tremendas consecuencias que provoca como por el volumen de su utilización.
El alcohol etílico o etanol, componente de todas las bebidas alcohólicas, es jurídicamente – y en esto reside el gran problema del mismo – una droga lícita que se consume y comparte libre y masivamente bajo un fuerte estímulo social y publicitario.
El alcohol está implicado en el 50% de los accidentes de tránsito que provocan muertes o incapacidades definitivas y en algunos países en ciertas franjas etarias (adolescencia y primera juventud) este porcentaje se eleva hasta el 65%.
Por cada muerto de los 8.107 registrados en el año 2007 en Argentina, hay 5 accidentados que quedan con incapacidades definitivas, es decir aproximadamente 40.500 con secuelas e incapacidades graves.
Al proyectar aquel eje fatídico del 50%, se pone en evidencia que la participación de la fatal alianza de conducción y alcohol, en nuestro país provoca anualmente más de 4.000 muertos y 20.000 discapacitados definitivos, siendo la mayoría de ellos menores de 35 años de edad.
Por otro lado, el 60% de nuestra vida transcurre en la vía pública, por lo tanto ninguno de nosotros está exento de padecer un accidente de tránsito, por lo tanto esta problemática se trata de un acto de supervivencia colectica.
Detrás de estas cifras hay familias que no sólo sufren pérdidas afectivas irreparables, como está ocurriendo día tras día, sino también desprotección económica, que hacen necesaria e imprescindibles las acciones preventivas por parte de las autoridades.
En este sentido es de destacar que la Dirección de Tránsito de la Municipalidad de Río Cuarto, desde que comenzó en el año 1997 con los controles de alcoholemia ha logrado bajar el porcentaje de conductores alcoholizados del 21% al 12%.
Esto nos demuestra que los controles de alcoholemia son efectivos, siempre y cuando se los realice con frecuencia y responsabilidad.
El alcohol etílico o etanol, componente de todas las bebidas alcohólicas, es jurídicamente – y en esto reside el gran problema del mismo – una droga lícita que se consume y comparte libre y masivamente bajo un fuerte estímulo social y publicitario.
El alcohol está implicado en el 50% de los accidentes de tránsito que provocan muertes o incapacidades definitivas y en algunos países en ciertas franjas etarias (adolescencia y primera juventud) este porcentaje se eleva hasta el 65%.
Por cada muerto de los 8.107 registrados en el año 2007 en Argentina, hay 5 accidentados que quedan con incapacidades definitivas, es decir aproximadamente 40.500 con secuelas e incapacidades graves.
Al proyectar aquel eje fatídico del 50%, se pone en evidencia que la participación de la fatal alianza de conducción y alcohol, en nuestro país provoca anualmente más de 4.000 muertos y 20.000 discapacitados definitivos, siendo la mayoría de ellos menores de 35 años de edad.
Por otro lado, el 60% de nuestra vida transcurre en la vía pública, por lo tanto ninguno de nosotros está exento de padecer un accidente de tránsito, por lo tanto esta problemática se trata de un acto de supervivencia colectica.
Detrás de estas cifras hay familias que no sólo sufren pérdidas afectivas irreparables, como está ocurriendo día tras día, sino también desprotección económica, que hacen necesaria e imprescindibles las acciones preventivas por parte de las autoridades.
En este sentido es de destacar que la Dirección de Tránsito de la Municipalidad de Río Cuarto, desde que comenzó en el año 1997 con los controles de alcoholemia ha logrado bajar el porcentaje de conductores alcoholizados del 21% al 12%.
Esto nos demuestra que los controles de alcoholemia son efectivos, siempre y cuando se los realice con frecuencia y responsabilidad.
Carlos L. Ubaldi